martes, 15 de julio de 2014

Iguazú

Tras preguntar varias veces llegamos al único camping de Puerto Iguazú. Un cartel de ¡cuidado con el perro! en la puerta indicaba la presencia de un rottweiler con cara de pocos amigos guardando la entrada. Tras un rato esperando en la puerta llegó el dueño del animal y nos mostró el lugar, enumerando una a una las ocho reglas inquebrantables del camping sin dejar de respirar. El precio no nos convenció mucho, así que seguimos buscando. Tuvimos la suerte de que el vecino del dueño del camping también tenía un hostal y nos ofrecía una habitación doble más barata que el precio para dos de una noche en el camping.

Puerto Iguazú tiene apenas 80000 habitantes, pero recibe varios cientos de miles de visitantes todos los años, por lo que hay muchísimos alojamientos, con bastante variedad de precios y categoría. Nosotros estuvimos en uno no muy lujoso (había una cucaracha de inquilina en nuestra habitación), pero el dueño era simpático y nos lo dejó barato, así que satisfechos. Entre otras cosas el responsable del hostal, al que nunca vimos con camiseta en los 3 días que estuvimos allí, nos contó que el verdadero dueño era un coreano, que pasaba cada 3 ó 4 años por allí para ver cómo iban las cosas y mientras tanto le dejaba hacer y deshacer a él. La verdad es que el perímetro de su barriga indicaba que no se mataba mucho a trabajar en un entorno totalmente paradisiaco, una buena vida. Al día siguiente, tras hacernos unos bocatas de campaña, partimos hacia las cataratas.

El lugar es I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E. Siempre se piensa que los lugares hiperturísticos como Iguazú han perdido su esencia, pero es que es difícil que un lugar tan alucinante no sea así de turístico en la era de la globalización. Siempre que veo alguna cascada me llama la atención, pero ver las cataratas, sentirlas desde las pasarelas que tienen instaladas, es algo único. El ruido, el agua suspendida en el aire tras el golpe contra las rocas, los arcoiris creados por la degradación de la luz, todo contribuye a generar una atmósfera irreal. Muchas veces a lo largo del día sentimos la sensación de estar dentro de una película o una postal, porque la imagen de las cataratas todo la hemos visto alguna vez; pero sentirlo es algo completamente diferente.

Garganta del diablo. De frente:Brasil
Hay tres paseos diferentes desde el lado argentino para visitar las cataratas: la garganta del diablo (rosa), el paseo superior (azul) y el paseo inferior (amarillo). El circuito de la Isla no suele estar disponible ya que depende de si el cauce permite el acceso. Además hay un "tren" que te acerca al circuito de la garganta del diablo y superior. El parque es totalmente accesible para personas con dificultades físicas.


En la pasarela que nos lleva hasta a la garganta del diablo podemos llegar hasta el corazón de este grupo de cascadas. sentir los cientos de litros de agua precipitándose al vacío por segundo y terminar empapados por el agua que lo impregna todo. Es una vista desde arriba que deja totalmente impresionada a cualquiera. Tras un rato caminando sobre el río, viendo los primeros animales ya se va notando la emoción. Según te acercas por la pasarela se va oyendo el rugir del agua y los miles de millones de gotas flotando en el aire empujadas por el viento. Era el primer salto del parque que veíamos. Al llegar al mirador, no podíamos creer lo que veíamos, oíamos y sentíamos. Indescriptible.

Después continuamos con el circuito inferior el cual te lleva hasta prácticamente debajo de las cataratas. En este circuito puedes tener panorámicas de las cataratas desde abajo también acceder al embarcadero donde, si lo pagas a parte (por supuesto), puedes montar en un bote que te lleva hasta la caída de agua empapándote entera. Si la Isla San Martín esta accesible, es desde el mismo embarcadero donde sale un barquito que te acerca a ella (esto si va incluido en la entrada). Nosotros no tuvimos suerte, estaba cerrado el acceso.


Después del paseo por el circuito inferior continuamos por el circuito superior tan extasiados que pensábamos que no podría sorprendernos tanto, pero no fue así.
Todo el circuito superior es un entrelazado de pasarelas sobre las cataratas bajo las que caminaste en el inferior, dándote otra perspectiva del magnífico paisaje. En cada mirador había asombrosos arcoiris, no uno sino varios! Indescriptible.

Vista desde arriba de las pasarelas del circuito inferior

En este particular paraíso no solo se disfruta del agua y la exuberante flora, sino también de fauna.  A lo largo del recorrido puedes ver coatíes, monos, ardillas, innumerables mariposas de todos los colores que se posan en ti, multitud de aves, ect. Los carteles del recorrido te avisan de la posible agresividad de los coaties y monos si no cedes a darles tu comida.
Recorrer los circuitos inferior, superior y a garganta del diablo paseando tranquilamente se hacen de 8 de la mañana a 5 de la tarde, parando a comer y a hacer descansos. 
Hay otro circuito muy poco transitado que lleva a una pequeña cascada y una poza (está prohibido el baño pero no hay vigilancia). El camino hasta la cascada son 7 km ida y otros 7 de vuelta, por eso aunque es un paseo agradable, no recomiendan hacerlo puesto que te deja muy cansado y con poco tiempo para el resto de circuitos. Si se quiere hacer, lo recomendable es pagar un segundo día en el parque al 50% del precio original. 


domingo, 20 de abril de 2014

Ciudad del Este

 En realidad íbamos a Ciudad del Este únicamente para pasar a Iguazú, Argentina, pero nos habían comentado que la tecnología allí era muy barata así que decidimos echar un vistazo. Nos adentramos en aquella ciudad sin saber qué encontraríamos y si bien es verdad que no es un lugar bonito si es digno de ver por lo curioso y peculiar del lugar.

Hay que empezar explicando que es una ciudad creada con el objetivo de comercializar por su situación estratégica (en la triple frontera de Paraguay, Brasil y Argentina). En la oficina de turismo te dan un mapa, pero no uno turístico, sino uno en el que se indican las tiendas y centros comerciales. Cuando llegas al centro neurálgico del consumo mires donde mires verás luces de neón, unas sobre otras, anunciando comercios. Nunca fui a Londres ni a EEUU pero recuerda a la típica imagen de Piccadilly o de Time Square (a lo latinoamericano, por supuesto)


Por la calle te arrasaban ofreciendote productos:

"¿Que quieres?, perfume, informática, electrodomésticos... ¿qué estás buscando? Ven conmigo que es mejor que este centro comercial"

"- Calcetines! ¿Cuántos quieres? 4 pares por 10.000.
- No
- 5 pares por 10.000.
- No
- 10 pares por 10.00."

La electrónica era verdaderamente barata, así que si en algún momento pasas por allá, aprovecha si es que te hace falta algo.  El ambiente de la ciudad recuerda a cualquier gran aglomeración comercial de cualquier época histórica: muchísimos comercios, infinitos puestos de venta ambulante y un gran número de carteristas acechando a los incautos compradores (sobre todo brasileños y argentinos) que viajan a la ciudad para hacer negocios revendiendo por el doble de su precio los productos allí comprados. Fue muy entretenida la mañana por la ciudad, toda una experiencia.

A la tarde fuimos a ver la represa de Itaipú. La 2º presa más grande del mundo y la 1º en producción eléctrica que comparten Paraguay y Brasil. Para llegar había que tomar un autobús urbano desde el rodoviario y que te deja a unos 500 metros de la entrada a la presa. Una vez allí te enseñan un vídeo sobre su "genial y gran obra" (por supuesto no te dicen nada de su impacto medioambiental)  y en un autobús te dan una vuelta por toda la presa enseñándote cada sector y con explicaciones sobre éstos. La entrada es gratis y el autobús va incluido. la visita dura aproximadamente 2 horas contando con los trayectos de ida y vuelta.

La verdad es que es muy impresionante pero nada bonito. Sobre todo si piensas en que su construcción implicó tanto dinero para que la mayoría de la energía que se produce en el lado paraguayo se malvenda a Brasil y que para construirla destruyeron unos saltos de agua similares a los de Iguazú.

Después de la excursión volvimos a Ciudad del Este para tomar el bus hasta Iguazú. Éste se toma en la terminal o en cualquier parte de su recorrido. Son más baratos que el barco que te cruza y te dejan en el centro de Iguazú. En el trayecto tiene que parar en migraciones del Paraguay para que te sellen la salida (si es que no eres paraguaya, ya que para éstas no las obligan a realizar este trámite). De nuevo tuvimos que esperar otro autobús y amenizamos el tiempo tomando un rico tereré, la bebida más popular de Paraguay que consiste en mate, yuyos (raíces y plantantas arómáticas) agua fría y hielos. Es muy refrescante lo cual suele hacer falta por ese país tan caluroso y húmedo.

En meno de una hora habíamos abandonado Paraguay, cruzado Brasil y llegado a Puerto Iguazú, en Argentina.


sábado, 5 de abril de 2014

Asunción

Antes de llegar al a capital de Paraguay hay que contar cómo fue el viaje hasta ahí.

Desde Santa Cruz tomamos un bus que serían 24 horas hasta Asunción. Nos costó 420 bolivianos por persona en semicama. Al subir ya se sentía olor en el baño y al acomodarnos resultaba que uno de los asientos no se reclinaba así que nos cambiamos. En los nuevos asientos no funcionaba el aire acondicionado sino que era un chorro de aire frío sobre ti. Por fin encontramos unos asientos "enteros" pero aquello de semicama no tenía nada. El viaje continuó y, como es de imaginar, el olor del baño se intensificó.

Nos habían comentado otros viajeros que ese trayecto era malo porque al atravesar el Chaco, la arena solía atascar el aire acondicionado y se hacía difícil soportar el calor. Por ello deseamos que lloviera y llovió, pero fue un error desearlo porque la arena se convirtió en barro. En un momento de la noche el autobús paró para recoger a unos militares que, puesto que no había sitio, se tumbaron en el suelo. Al rato el conductor les hizo bajar para que empujaran desde atrás el autobús (nosotros segúiamos sentados) para hacerlo salir de un bache fangoso y tras una hora pudimos reanudar el trayecto. A las pocas horas después, aún de madrugada, el bus volvió a parar para que nos bajásemos, ya que en el camino de ripio había un bache de proporciones astronómicas, parecía un muro más que un bache.

 Después de estos altercados tuvimos que parar otras tantas veces primero por migraciones de Bolivia, luego para la aduana de Bolivia seguido de la aduana Paraguaya y por último migraciones de Paraguay. Todo está lejos lo uno de lo otro así que era bastante tedioso subir, intentar volver a dormir, bajar de nuevo para volver a subir y así sucesivamente. Por supuesto todo esto intercalado de muchos controles de la Policia paraguaya haciendo redadas antidroga, porque un bus procedente de Bolivia es muy sospechoso en ese aspecto. Normalmente subían al bus y revisaban todo hasta el baño, pero llegó un momento que salía tanta peste del baño que al abrir la puerta les sacudía tal olor que no aguantaban mucho más allí.

Por fin, tras 28 horas de viaje, llegamos poco antes de medianoche a Asunción. Buscamos una pensión económica junto a la terminal de buses para pasar esa noche y al día siguiente fuimos al centro, donde nos alojamos en un residencial bastante barato de tres cucarachas. Decimos lo de tres cucarachas porque fueron las que nos encontramos en nuestra habitación las dos noches que allí pasamos, pero seguro que había muchas más. 

En asunción hacía un calor húmedo bastante agobiante. Visitamos la residencia del presidente, el parlamento, la catedral y el panteón de la nación, este último con una iluminación un tanto chocante para el tipo de edificio de que se trataba:

Panteón de héroes de Paraguay
Residencia del Presidente
Lo curioso de la residencia del "presi" es que tras ella había un asentamiento precario.

También hubo tiempo para pasear por la costanera, y apreciar las enormes dimensiones que el río Paraguay alcanza a su paso por Asunción (de hecho Paraguay tiene armada pese a no tener mar):


Asunción de noche

También nos llamó la atención la abundancia de casos de dengue que hay en la ciudad, nos contó un amigo paraguayo que todos sus conocidos habían pasado la enfermedad, con unos dolores horribles. Además continuamente había llamamientos del gobierno a eliminar los focos de cría del mosquito, ejemplo de ello son los murales que habían por toda la ciudad:


Nuestro último día en Asunción decidimos pasarlo a orillas del lago Ypacaraí, en la localidad de Aregua, famosa por sus artesanías. El lago está bastante contaminado y estaba prohibido el baño, pero la postal que nos deparaba era inmejorable:


Cerámica artesanal en Aregua
Esa misma noche tomamos un bus que tras 5 horas nos dejaría en Ciudad del Este, nuestro próximo destino.

martes, 25 de marzo de 2014

Samaipata

Aunque los días pasados en Santa Cruz el tiempo se mantuvo nuboso el verano en esa región acostumbra a ser caluroso y húmedo, por lo que todo el mundo aprovecha para visitar la zona montañosa del departamento, donde a 1700 mts se encuentra el pueblo de Samaipata.

Mucha gente a lo largo del viaje nos había hablado de este lugar como un punto cargado de buenas vibraciones y los dias que estuvimos allí nos sentimos tan a gusto que la partida no fue fácil. La sensación de oasis en este lugar para el viajero fatigado es tal que la dueña del camping llamaba al lugar "Sama-y-atrapa", ya que era mucha la gente que iba por uno o dos días y terminaba quedándose una semana, o un mes,...

El camping en el que estuvimos era bueno, bonito y barato. Se llamaba el Jaguar Azul, y era un lugar excelente para conocer a otros viajeros y disfrutar de su compañía en la cocina comunal. Allí coincidimos con otras españolas e incluso con un chico de León, nos lo pasamos en grande.

Pese a que nuestra idea era visitar el parque amboró el precio de los tour operadores no terminaba de convencernos (pese a que eran mucho más económicos que los ofrecidos en Buenavista), y los problemas gástricos de Guillermo terminaron por hacernos abortar el plan de ver el parque natural. Pero no por eso íbamos a dejar de visitar cosas interesantes, ya que en Samaipata se encuentra el mayor petroglifo del mundo, conocido popularmente como "El Fuerte".

El Fuerte
Tallado con bajo y sobrerrelieves de figuras zoomorfas originalmente tenía una función religiosa para la cultura preincaica que inició su construcción. Los incas lo utilizaron como fortaleza oriental del imperio para defenderse de las incursiones guaranís en su territorio, y los españoles construyeron unos cuarteles en sus cercanías para beneficiarse de las ventajosas vistas que se tienen desde el cerro.
El pueblo de Samaipata visto desde El Fuerte

Nichos construidos en los laterales de la roca tallada
Además del interés histórico el lugar tenía unas vistas impresionantes de los valles circundantes, y unas mariposas enormes y muy coloridas:


Por lo demás Samaipata es un pueblito que reune a gente de más de 30 nacionalidades distintas, lo que le da un aire cosmopolita que no se ve en el resto de Bolivia. Era habitual que voluntarios internacionales ayudaran a alguno de los múltiples proyectos que estos inmigrantes estaban llevando a cabo en el pueblo, y el apoyo entre los inmigrantes daba al lugar un ambiente de agradable acogida. Un lugar agradable donde descansar unos días del ajetreo de Santa Cruz. 

Por cierto, en Samaipata volvimos tras las huellas de nuestro amigo el chupacabras:


martes, 18 de marzo de 2014

Santa Cruz de la Sierra

Santa Cruz es la capital del departamento más oriental y grande de Bolivia, sus campos verdes interminables y el clima cálido y húmedo no se parecen en nada al paisaje y clima del altiplano. La ciudad está sumamente occidentalizada: la moda, los comercios, los productos de importación,... signo del dominio cultural "camba" en la región. El departamento de Sta Cruz es el núcleo de la oposición a las políticas indigenistas de Evo Morales, lo que se hacía visible en la plaza principal con una pancarta permanente que identificaba a los presos políticos del gobierno.


Santa Cruz es la región más rica de Bolivia, especialmente gracias a las plantas extractoras de gas, por ello es habitual ver automóviles que funcionan con un sistema mixto de gasolina-gas o algunos que funcionan exclusivamente a gas. Hay muchos todoterrenos y pickup nuevos, señal de que hay gente con dinero en un país con la mayoría de sus vías de comunicación no asfaltadas. Además como en Santa Cruz el mes de Septiembre acostumbra a haber lluvias torrenciales e inundaciones el todoterreno se presenta como la única alternativa de transporte en la ciudad.

Tuvimos mucha suerte y conseguimos alojamiento a través de couchsurfing en casa de una española que llevaba unos años trabajando en Bolivia. Nos trató genial las dos noches que pasamos en su casa donde pudimos descansar y disfrutar de las comodidades de tener algo parecido a un hogar en el medio del frenético viaje.

La ciudad no tiene muchos atractivos, en su plaza central hay algunos edificios coloniales pero nada comparable a lo que vimos en Sucre.
Catedral de Santa Cruz


Como nuestra anfitriona era colaboradora de un programa de la televisión boliviana una noche nos invitó a visitar la emisión en directo del programa. Se trataba de un concurso por equipos de preguntas bastante tontas éxito en el prime time nacional. Colocaban un globo que iban inflando sobre la cabeza de un voluntario de cada equipo a medida que las respuestas erróneas se acumulaban, el equipo que conseguía estallar el globo del contrario vencía. Fue gracioso ver el ajetreo tras la cámara y los errores típicos del directo: el cronómetro que no funciona, el presentador que se lía,...


Una tarde aprovechamos para informarnos de qué compañías realizaban el trayecto Santa Cruz - Asunción. En la terminal de buses una familia de misioneros protestantes nos dijo que aunque se anunciaba por varias empresas el trayecto en realidad había un solo bus al día hacia Asunción, tardando unas 22 h en el viaje. Ya contaremos como fue este trayecto en una entrada separada porque el viaje lo merece.

Tras pasar dos días tranquilamente en Santa Cruz nos decidimos a visitar el pueblo de Samaipata para intentar acceder una vez más al parque Amboró antes de emprender camino al Paraguay. 

miércoles, 12 de marzo de 2014

Buenavista

No pudimos entrar al Parque Nacional Carrasco, por lo que intentamos acceder al Parque Nacional Amboro y por eso llegamos a este pueblo: Buena Vista.
El autobús nos dejó en el cruce del pueblo con la ruta a Santa Cruz, a 2 km del centro del pueblo. Como era de noche no teníamos esperanzas de encontrar un alojamiento económico abierto pero aún así preguntamos a la primera señora que vimos sentada en una silla a la puerta de su casa. Casualmente ahí mismo había unas habitaciones que se arrendaban a buen precio. Hablando con la desconocida que nos ofreció alojamiento resultó que era maestra pero se cansó y fue a España a cuidar a personas mayores durante 9 años;  con lo ahorrado volvió a Bolivia para montar una hamburguesería. En fin, era una señora muy peculiar, menos mal que llegó la dueña del alojamiento y pudimos descansar.

Al día siguiente paseamos por el pueblo mientras la boca se nos hacía agua al ver tal variedad de dulces y salados en los puestos de la calle (sobre todo del mercado). También estuvimos indagando los precios de las excursiones para ver el Parque Nacional Amboró pero estaban disparados así que nos dimos cuenta de que por ahí tampoco veríamos el parque. 
Como el pueblo era tranquilo, el alojamiento barato y necesitábamos descansar, nos quedamos un día más. 

Al día siguiente paseamos por el pueblo, comimos en el mercado y probamos por fin la deliciosa sopa de maní y el achachairú, un fruto chiquito y bien ácido que "crea adicción". 
También conversamos con Sandra quien nos hizo una clara demostración de la división política y racial que se vive entre Santa Cruz y el resto de departamentos de Bolivia, lo triste es que no fingía si no que lo pensaba realmente. Sandra contaba quienes eran los Coya (personas pertenecientes a culturas originarias) y quienes los Camba (personas de alto estatus, raza blanca y cultura occidentalizada descendientes de los criollos) haciendo deliberadas manifestaciones racistas hacia los primeros. Muertos del asco decidimos huir para no seguir escuchando barbaridades y fuimos a dar una vuelta mas al pueblo. Fue entonces cuando conocimos a a un chico colombiano que estaba viajando con el que compartimos el día, la cena y unas cervecitas.

Al día siguiente compartimos desayuno con nuestro amigo en un bar cercano a la plaza de armas donde nos pusieron un documental sobre la historia de Buenavista. Después, partimos a continuar nuestro viaje rumbo Santa Cruz.

lunes, 10 de marzo de 2014

Cochabamba

Después del tortuoso trayecto en camión todas las incomodidades se relativizan, aunque tampoco fue un viaje agradable el trayecto nocturno Sucre - Cochabamba (CBBA). Llegamos a las 6 de la mañana y al ir a recoger nuestras mochilas resultó que las habían metido en otro autobús, pero afortunadamente era un bus con destino CBBA y allí estaba esperándonos nuestro humilde equipaje. Recién había amanecido y pensamos que no era hora para ir a ninguna parte así que nos tumbamos en el suelo de la terminal con intención de dormir un poco más hasta que fuese una hora más decente. Una siesta después salimos de la terminal y enseguida nos dimos cuenta de cuán ajetreada es la ciudad en cuestión: mucho ruido y continuo transitar de gente y autos.



Tras instalarnos fuimos a Quillacollo, junto a unos amigos de un centro social llamado la Tinkuna, allí nos explicaron su proyecto de trabajo educativo en la comunidad campesina, y su intención de vincular campo y ciudad mediante la construcción de una sede del centro social en el lugar.

Esa la tarde recorrimos el centro de la ciudad, que si bien no nos pareció tan bonito, tenía algunas plazas arboladas donde poder sentarse a descansar. Vimos algunas casas coloniales y fachadas pintorescas pero nada comparable a lo visto en Sucre. En el resto de la ciudad abundan las torres de piso más bien grises.

Por último visitamos la "tomada" plaza central donde desde el 2006, tras la guerra del agua, se reúne la gente todos los días para debatir sobre diferentes temas. Ese día había una charla sobre la izquierda en Paraguay y sobre un proyecto de educación popular en Buenos Aires; el lugar recordaba un poco los inicios del 15M en las plazas de España.

Al día siguiente fuimos al mercado de CBBA (frente a la terminal) y desayunamos una riquísima ensalada de frutas, todo un descubrimiento. Después caminamos hacia un cerro desde el que el Cristo de la concordia domina la ciudad, no en vano es uno de los Cristos más grandes del mundo. Subimos en teleférico y desde allá se tiene una buena panorámica de la ciudad y sus poblaciones aledañas. 
Vistas de la ciudad desde el Cristo de la concordia

Colorido microbus urbano en Cochabamba

Todo un pasillo repleto de tartas en el mercado

Aprovechando que a la vuelta pasamos por la universidad comimos barato antes de tomar el coche hacia nuestro próximo destino: Villa Tunari.