martes, 25 de marzo de 2014

Samaipata

Aunque los días pasados en Santa Cruz el tiempo se mantuvo nuboso el verano en esa región acostumbra a ser caluroso y húmedo, por lo que todo el mundo aprovecha para visitar la zona montañosa del departamento, donde a 1700 mts se encuentra el pueblo de Samaipata.

Mucha gente a lo largo del viaje nos había hablado de este lugar como un punto cargado de buenas vibraciones y los dias que estuvimos allí nos sentimos tan a gusto que la partida no fue fácil. La sensación de oasis en este lugar para el viajero fatigado es tal que la dueña del camping llamaba al lugar "Sama-y-atrapa", ya que era mucha la gente que iba por uno o dos días y terminaba quedándose una semana, o un mes,...

El camping en el que estuvimos era bueno, bonito y barato. Se llamaba el Jaguar Azul, y era un lugar excelente para conocer a otros viajeros y disfrutar de su compañía en la cocina comunal. Allí coincidimos con otras españolas e incluso con un chico de León, nos lo pasamos en grande.

Pese a que nuestra idea era visitar el parque amboró el precio de los tour operadores no terminaba de convencernos (pese a que eran mucho más económicos que los ofrecidos en Buenavista), y los problemas gástricos de Guillermo terminaron por hacernos abortar el plan de ver el parque natural. Pero no por eso íbamos a dejar de visitar cosas interesantes, ya que en Samaipata se encuentra el mayor petroglifo del mundo, conocido popularmente como "El Fuerte".

El Fuerte
Tallado con bajo y sobrerrelieves de figuras zoomorfas originalmente tenía una función religiosa para la cultura preincaica que inició su construcción. Los incas lo utilizaron como fortaleza oriental del imperio para defenderse de las incursiones guaranís en su territorio, y los españoles construyeron unos cuarteles en sus cercanías para beneficiarse de las ventajosas vistas que se tienen desde el cerro.
El pueblo de Samaipata visto desde El Fuerte

Nichos construidos en los laterales de la roca tallada
Además del interés histórico el lugar tenía unas vistas impresionantes de los valles circundantes, y unas mariposas enormes y muy coloridas:


Por lo demás Samaipata es un pueblito que reune a gente de más de 30 nacionalidades distintas, lo que le da un aire cosmopolita que no se ve en el resto de Bolivia. Era habitual que voluntarios internacionales ayudaran a alguno de los múltiples proyectos que estos inmigrantes estaban llevando a cabo en el pueblo, y el apoyo entre los inmigrantes daba al lugar un ambiente de agradable acogida. Un lugar agradable donde descansar unos días del ajetreo de Santa Cruz. 

Por cierto, en Samaipata volvimos tras las huellas de nuestro amigo el chupacabras:


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