sábado, 5 de abril de 2014

Asunción

Antes de llegar al a capital de Paraguay hay que contar cómo fue el viaje hasta ahí.

Desde Santa Cruz tomamos un bus que serían 24 horas hasta Asunción. Nos costó 420 bolivianos por persona en semicama. Al subir ya se sentía olor en el baño y al acomodarnos resultaba que uno de los asientos no se reclinaba así que nos cambiamos. En los nuevos asientos no funcionaba el aire acondicionado sino que era un chorro de aire frío sobre ti. Por fin encontramos unos asientos "enteros" pero aquello de semicama no tenía nada. El viaje continuó y, como es de imaginar, el olor del baño se intensificó.

Nos habían comentado otros viajeros que ese trayecto era malo porque al atravesar el Chaco, la arena solía atascar el aire acondicionado y se hacía difícil soportar el calor. Por ello deseamos que lloviera y llovió, pero fue un error desearlo porque la arena se convirtió en barro. En un momento de la noche el autobús paró para recoger a unos militares que, puesto que no había sitio, se tumbaron en el suelo. Al rato el conductor les hizo bajar para que empujaran desde atrás el autobús (nosotros segúiamos sentados) para hacerlo salir de un bache fangoso y tras una hora pudimos reanudar el trayecto. A las pocas horas después, aún de madrugada, el bus volvió a parar para que nos bajásemos, ya que en el camino de ripio había un bache de proporciones astronómicas, parecía un muro más que un bache.

 Después de estos altercados tuvimos que parar otras tantas veces primero por migraciones de Bolivia, luego para la aduana de Bolivia seguido de la aduana Paraguaya y por último migraciones de Paraguay. Todo está lejos lo uno de lo otro así que era bastante tedioso subir, intentar volver a dormir, bajar de nuevo para volver a subir y así sucesivamente. Por supuesto todo esto intercalado de muchos controles de la Policia paraguaya haciendo redadas antidroga, porque un bus procedente de Bolivia es muy sospechoso en ese aspecto. Normalmente subían al bus y revisaban todo hasta el baño, pero llegó un momento que salía tanta peste del baño que al abrir la puerta les sacudía tal olor que no aguantaban mucho más allí.

Por fin, tras 28 horas de viaje, llegamos poco antes de medianoche a Asunción. Buscamos una pensión económica junto a la terminal de buses para pasar esa noche y al día siguiente fuimos al centro, donde nos alojamos en un residencial bastante barato de tres cucarachas. Decimos lo de tres cucarachas porque fueron las que nos encontramos en nuestra habitación las dos noches que allí pasamos, pero seguro que había muchas más. 

En asunción hacía un calor húmedo bastante agobiante. Visitamos la residencia del presidente, el parlamento, la catedral y el panteón de la nación, este último con una iluminación un tanto chocante para el tipo de edificio de que se trataba:

Panteón de héroes de Paraguay
Residencia del Presidente
Lo curioso de la residencia del "presi" es que tras ella había un asentamiento precario.

También hubo tiempo para pasear por la costanera, y apreciar las enormes dimensiones que el río Paraguay alcanza a su paso por Asunción (de hecho Paraguay tiene armada pese a no tener mar):


Asunción de noche

También nos llamó la atención la abundancia de casos de dengue que hay en la ciudad, nos contó un amigo paraguayo que todos sus conocidos habían pasado la enfermedad, con unos dolores horribles. Además continuamente había llamamientos del gobierno a eliminar los focos de cría del mosquito, ejemplo de ello son los murales que habían por toda la ciudad:


Nuestro último día en Asunción decidimos pasarlo a orillas del lago Ypacaraí, en la localidad de Aregua, famosa por sus artesanías. El lago está bastante contaminado y estaba prohibido el baño, pero la postal que nos deparaba era inmejorable:


Cerámica artesanal en Aregua
Esa misma noche tomamos un bus que tras 5 horas nos dejaría en Ciudad del Este, nuestro próximo destino.

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